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Estimados Lectores

En esta edición queremos recordar y rendir un homenaje a la memoria de un querido profesor y colega de muchos, Francisco Varela, quien falleciera el pasado mes de Mayo a los 54 años de edad. Pancho, como lo llamaban amigos, colegas y discípulos, fue el primer alumno graduado de la Facultad de Ciencias de la Universidad de Chile y fue después también profesor en la época en la que yo tuve la suerte de ser alumno de esta facultad. En 1980, junto con Humberto Maturana, su profesor en sus propios años de alumno en la facultad, dictaron un fascinante curso de Neurobiología. Al término del curso mi futuro estaba decidido: yo quería ser neurobiólogo y quería comenzar mis pasos en el laboratorio que ellos dos compartían y dirigían. El examen final fue memorable para mi: un examen oral en el cual hubo sólo una pregunta, '¿Qué fue lo que más te interesó del curso?', a lo que siguió una discusión de una media hora sobre el aspecto central de lo que era ese curso: Cuáles son los mecanismos que permiten hacer real una realidad que no siempre esta "ahí"? En otras palabras, cómo funciona el sistema nervioso para dar realidad a un mundo ambiguo, un mundo que aparece tangible y predecible a veces, e ilusorio otras? La tesis central que el curso había abordado y que constituía la esencia de lo que era el laboratorio de Maturana y Varela (al que para mi gran alegría fui además aceptado al término de ese mismo examen) era que el estudio del sistema nervioso debía poder explicar cómo éste podía funcionar haciendo real una realidad que no siempre podía ser corroborada por los diferentes sentidos. Como corolario de esto, surge que la Realidad es dependiente del que la vive o, en palabras de Varela y Maturana, dependiente del Observador.

Este concepto tan aplicable a la vida en general que Francisco Varela y su maestro descubrieron a través, en parte, de su quehacer científico, tuvo un enorme impacto en mi propia vida, en mi manera de ver las cosas, las culturas, el ser humano, la biología, etc. Esta visión adquiere, a mi juicio, una relevancia enorme en estos días en los que el mundo ve mortalmente enfrentadas a culturas diferentes, las que ven sus respectivas conductas como diametralmente opuestas y enemigas. Ambas aparecen como deplorables desde el punto de vista del otro, una realidad niega la otra realidad, todo lo cual nos puede llevar a borde del abismo. Pero vale la pena reconocer que esto sucede también a diario a nivel de cada individuo, enfrentándonos constantemente a una dualidad, o de hecho a una multiplicidad, en todas nuestras interacciones sociales. Es aquí donde reconocer que la realidad es dependiente del observador nos puede permitir la aceptación de la realidad del otro y, en consecuencia, abrirnos una pequeña ventana de esperanza a un paz duradera.

Sea este mi reconocimiento a la vida de un maestro, de un gran hombre de ciencia, y más sencilla y profundamente, a una gran persona.

Los invito como de costumbre a poner vuestra ciencia al día con esta nueva, aunque retrasada, edición de nuestra revista, en la que podrán hacer un viaje al interior del Aparato de Golgi, leer sobre el aparente calentamiento de los océanos, entender el rol de las chaperonas moleculares en el plegamiento de proteinas, ver un análisis del posible uso del caos y seguir un estudio de materiales luminiscentes.

 

Dr. Jorge Golowasch

golowasch@stg.rutgers.edu
Editor Jefe
Ciencia al Día Internacional