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HOMENAJE

Francisco Varela, Faro del Pensamiento

"Me interesa el fenómeno de la vida en toda su gloria y majestad"
Francisco Varela

El pasado 27 de Mayo falleció en París, a los 54 años de edad, uno de los más prominentes pensadores que haya tenido Chile, el Profesor Francisco Varela.

Varela inició su formación superior en 1964, en la Facultad de Medicina de la Pontificia Universidad Católica de Chile, donde recibió la influencia de destacados científicos, en especial del eminente neurofisiólogo Joaquín Luco, despertándose su interés por la investigación científica. En 1965, aconsejado por el Profesor Juan de Dios Vial C., continuó su formación científica en la recién creada Facultad de Ciencias de la Universidad de Chile. En 1968 partió a hacer su doctorado a la Universidad de Harvard, donde se graduó brillantemente a la temprana edad de 24 años. Rechazando tentadoras ofertas para permanecer en los Estados Unidos, regresó al país como profesor de la Facultad de Ciencias de la Universidad de Chile. Allí se asoció con el Dr. Humberto Maturana y de esa fructífera colaboración se generaron el influyente libro "De Máquinas y Seres Vivos" (Editorial Universitaria) y un memorable curso de Biología Celular, en el que imprimieron sus revolucionarias ideas sobre los seres vivos. Este curso tuvo un profundo impacto en sus alumnos.

A fines de 1973 emigró a los Estados Unidos, regresando a Chile en 1980, donde permaneció por cinco años. Durante esta segunda estadía en Chile escribió con Maturana el libro "El Arbol del Conocimiento" (Editorial Universitaria) y dejó numerosos discípulos, hoy día destacados investigadores en universidades chilenas o del extranjero. Debido a las limitaciones que en ese entonces imponía el medio chileno al desarrollo científico, Varela decidió emigrar definitivamente a Francia, donde alcanzó el grado de Director de Investigación de Primera Categoría en el CNRS.

La obra de Varela destaca por su impresionante extensión y por la profundidad con que desarrolló sus ideas en cada una de las áreas del conocimiento en que incursionó, entre las cuales destacan particularmente la neurobiología, la ciencia del conocer, la epistemología, la inmunología y la biomatemática. Su obra se plasmó en cientos de publicaciones en revistas científicas, en numerosos libros, ensayos y artículos de divulgación, muchos de los cuales han sido traducidos a varios idiomas. Su obra ha sido comentada elogiosamente tanto en revistas especializadas de gran impacto, como Nature y Science, como en la prensa mundial (Washington Post, Le Monde, etc.).

Su curiosidad y avidez intelectual ilimitadas fueron evidentes desde el principio de su incursión en la ciencia. Adquirió un gran dominio de las matemáticas, lo que le permitió usarlas con gran provecho en sus investigaciones y establecer fuertes nexos con destacados cultores de esa disciplina. Estudió con profundidad el pensamiento filosófico clásico y contemporáneo, lo que le permitió abordar problemas científicos desde una amplia perspectiva, contrastando con el enfoque más bien limitado con que tienden a tratarse los problemas científicos en la actualidad, producto del alto grado de especialización y a la competitividad que caracterizan a la ciencia moderna. Se mantuvo a la vanguardia de los avances tecnológicos, implementando aquellos que le interesaron en provecho de su trabajo experimental de frontera. Dominó cuatro idiomas y logró un buen nivel de comprensión en varios otros, lo que le facilitó un contacto fluido con intelectuales y estudiantes de los más diversos países del mundo. Su experiencia en la práctica y filosofía Budista le confirieron un marco conceptual desde el cual desarrolló su pensamiento. Es notable la cercanía que tuvo con el Dalai Lama con quien junto a un grupo de destacados científicos se reunieron en varias ocasiones para discutir en profundidad sobre Ciencia y Budismo, las que dieron origen a varios de sus libros. Su inteligencia superior, su personalidad cautivante y su gran generosidad intelectual, hicieron de Francisco el gigante de la ciencia que fue. Estas características de su personalidad lo situaron en un lugar privilegiado en el mundo intelectual, desde donde podía ver lo que otros sólo miraban. Su magnética personalidad atrajo tanto a jóvenes como a renombrados intelectuales, quienes se inspiraron en sus ideas y se beneficiaron con su pensamiento.

Quienes tuvieron la oportunidad de conocer a Varela, se beneficiaron con su poderosa influencia. Con su inusual claridad mental y elocuencia, Varela encausaba el pensamiento de sus seguidores, guiándolos generosa y elegantemente, motivándolos, estimulando en ellos la necesidad de lograr un desarrollo propio e independiente; de este modo, cada cual siguió su camino bajo la luz vertida por Varela, pero sin sentir coartada su propia individualidad.

Por su enorme peso intelectual y por la amplitud de sus conocimientos, Varela atrajo a colegas de las más diversas áreas del quehacer científico, estableciendo con ellos fructíferas colaboraciones.

En septiembre del año 2000, Varela ofreció su última presentación pública en el país, invitado por el Instituto Milenio para Estudios Avanzados en Biología Celular y Biotecnología, que lo distinguió con la Conferencia Milenio 2000, la que fue transmitida por Internet. En ese viaje, percibiendo que había llegado el momento adecuado para reinsertarse en el medio chileno desde Francia, se propuso para liderar encuentros periódicos con los científicos chilenos con el fin de ayudar al desarrollo de la Neurociencia local. Aunque Varela no estará físicamente presente para este desafío, quedó en manos de nuestra comunidad científica llevar adelante esta iniciativa, a la luz de su ejemplo y de su obra.

Francisco Varela fue un verdadero Maestro. Es aún demasiado pronto para poder dimensionar su obra en toda su extensión. Queda en manos de las actuales y futuras generaciones develar el vasto pensamiento de Varela y continuar su obra seminal. Y en las manos de nuestras autoridades políticas y universitarias el facilitar los caminos para que el legado de Varela y de otros científicos e intelectuales que enaltecen a Chile con sus obras, pueda ser aprovechado en beneficio de una mejor calidad de vida intelectual, verdadero pilar para el desarrollo del país.