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Estimados Lectores

Debatir acerca de la investigación en el mundo de habla hispana pudiera parecer superfluo. ¿No hemos, acaso, discutido el tema decenas de veces con otros investigadores?, ¿no hemos hecho catarsis colectiva en numerosas ocasiones y lugares del mundo? Sin embargo, el Comité Editorial de Ciencia al Día Internacional estimó oportuno hacer un ejercicio de revisión y puesta al día, sacar una suerte de radiografía del momento actual en investigación, cuando tantas cosas parecen estar en estado de flujo y el cambio de siglo pareciera coincidir con el agotamiento de viejos paradigmas.

Mientras los países más poderosos del mundo invierten fracciones significativas de su gasto nacional en Ciencia y Tecnología, los países latinoamericanos invierten fracciones ínfimas y, en muchos casos, cada vez más pequeñas. Así por ejemplo, la fracción del gasto mundial en investigación que se realiza en EEUU es un 35,8 %, en la Unión Europea un 26,6%, en Japón un 14,8%, en tanto que en América Latina entera, con una población que casi dobla la de EEUU, es apenas un 2,0% (Arocena, 2001). Otros ejemplos destacables son: en Brasil hay un científico por cada 2.237 habitantes, mientras que en los EEUU hay uno por cada 237, y en Francia, uno cada 184 (Donoso, 2001); Corea produce 1500 patentes internacionales por año, Brasil, sólo 56; la Universidad de Chile produce 640 publicaciones en revistas indexadas por el Institute for Scientific Information (ISI) por año, mientras que la universidad de Harvard (EEUU) produce 11.000 (Cifuentes, 2001). Estas cifras nada más esbozan superficialmente las abismantes diferencias que nos separan de países en que la Ciencia es no sólo una actividad, sino un modo de ser, una cultura.

En esta edición hemos pretendido darle un vistazo a la Ciencia y a la Investigación en Latinoamérica. Definir los términos del debate es siempre un buen ejercicio. Rodrigo Arocena (Arocena, 2001) propone: "La investigación es una actividad social en la cual se cultivan valores diversos y entrelazados, incluyendo la creación cultural, la búsqueda de respuestas a grandes preguntas, los diálogos entre gentes en muy distintas circunstancias de tiempo y lugar, el despliegue de las potencialidades de la razón humana, un accionar eficiente en el mundo material, la expansión de la producción, la mejora de las condiciones de vida en general. Es también una actividad que genera riesgos y perjuicios, unos y otros potencialmente cada vez mayores ...". Marcelino Cereijido también propone una definición, pero destaca su radical (y necesaria) crítica (Cereijido, 2001): "Latinoamérica tiene (un poco de) investigación, porque eso depende de unos miles de personas entrenadas y exitosas [… pero] en Latinoamérica no tenemos, ni jamás hemos tenido, ni vamos en vías de tener Ciencia, en el sentido moderno de la palabra".

Varios autores describen descarnadamente las realidades de la investigación en sus países. Alicia Seltzer de Argentina (Seltzer, 2001) cita a un Premio Nacional de Ciencias: "La Argentina a comienzos de los años 60 perdió la voluntad de tener un desarrollo científico nacional y nunca volvió a recuperarla", y Mario Bunge también argentino (Bunge, 2001), afirma: "La ciencia [en Argentina] sigue siendo la cenicienta de antes: se sigue ignorando que la ciencia y la técnica son los motores de la civilización moderna, y se las sigue confundiendo. Además, se sigue creyendo que una reforma estructural puede suplir el grave déficit de cerebros bien formados en universidades dedicadas a investigar y enseñar, más que a emitir diplomas. (...) En fin, ¡tanto lío para administrar un presupuesto que sólo alcanza al 0,5 por ciento del producto bruto interno!". Por su parte, Oscar Pino de Bolivia (Pino, 2001) advierte: "El futuro cercano parece gravemente comprometido. Un estudio realizado en el Centro de Investigación Matemática de la Universidad Católica de Bolivia puso a la luz un hecho tan real como asombroso: uno de cada seis estudiantes se declara a sí mismo capaz de resolver un problema del que reconoce no haber entendido el enunciado. No es extraño, por lo tanto, que existan dentistas que ejerzan puestos de gerencia administrativa, políticos que den clases de lógica axiomática y militares que lleven las riendas del comercio exterior. En un sistema que incluye la improvisación y el atrevimiento, todo es posible."

Esta radiografía de la actividad científica en Latinoamérica nos muestra una situación que debiera dar motivo para una reflexión profunda. Con esta edición especial de Ciencia al Día Internacional pretendemos mantener vivas preguntas tales como ¿cuál es el rol de la Ciencia en América Latina?, ¿cuál es el papel de la industria en el desarrollo de la Ciencia y en la Educación de un país?, ¿tiene sentido hablar de "industria nacional" cuando las privatizaciones están convirtiendo a toda la industria en internacional?, ¿tiene sentido hablar de formar doctores en ciencia y tecnología "para servir al país" cuando ellos(as) muy posiblemente trabajarán para empresas transnacionales que destinan a sus cuadros a cualquier lugar del mundo, para servir intereses supranacionales?, ¿tiene sentido hablar de "universidades nacionales", cuando un posible futuro de los mejores institutos superiores de América Latina consiste en convertirse en sucursales de consorcios universitarios globales?.

La Ciencia puede verse como un lujo, en el que se invierten miles de millones para la formación de un grupo de personas entrenadas para abordar problemas a menudo exóticos y sin un objetivo práctico claro. Sin embargo, este grupo está preparado para abordar diversos problemas técnicos además de otros considerados intelectuales o simplemente no aplicados. Es también la base para el entrenamiento de las futuras generaciones, y es la base sobre la cual se crea un conocimiento y un ‘saber hacer’ que puede ser de enorme utilidad en un eventual futuro. ¿Se justifica tamaña inversión para la creación, no de técnicos involucrados directamente en la producción y solución de problemas a nivel práctico (industrial, médico, agropecuario, etc.), sino de una cultura en la que la Ciencia juega un papel central, y que se traduce en la obtención de conocimiento, la aplicación de este conocimiento y la preparación de una masa crítica de investigadores que forman su base?

Es interesante constatar que en paises del "Primer Mundo" discusiones de esta naturaleza rara vez se dan. Más bien lo que se discute is cuánto (o por qué tan poco) reserva el gobierno para financiar la investigación científica.

En medio de esta crisis de sentido, la reflexión individual y colectiva y la diversidad de enfoques acerca de estos temas se hacen más indispensables que nunca, y Emilio Muñoz de España (Muñoz, 2001) nos invita a ser críticos respecto de otros modelos, en particular, del proceso español, del cual él mismo fue protagonista central.

Completa esta edición un interesante artículo de Cristina Velásquez de Puerto Rico (Velásquez, 2001) acerca de la difícil relación entre Cuba y los EEUU y sus consecuencias para la ciencia cubana.

Finalmente, incluimos en esta edición una lista de sitios sobre ciencia en Iberoamérica que puede ser de utilidad para muchos.

 

Dr. Luis Cifuentes S.

luicifue@tamarugo.cec.uchile.cl
Editor Invitado

Dr. Jorge Golowasch

golowasch@stg.rutgers.edu
Editor Jefe
Ciencia al Día Internacional