Entrevista con Claudio Teitelboim, organizador del Seminario Internacional de Ciencia y Tecnología
Diario La Hora, 2 de Junio de 1998.

Ciencia en Chile: impulsos para la modernización

RESUMEN

Doce de los principales científicos del mundo visitarán nuestro país esta semana para participar en un encuentro histórico. El objetivo es preparar a Chile para incorporarse a la comunidad científica internacional, un proyecto que suena a utópico pero frente al que su coordinador, Claudio Teitelboim, se muestra optimista.

"El no desarrollarse en ciencia y tecnología es negarse a hablar el idioma del mundo y condenarse a la infelicidad".

A pesar del rápido crecimiento económico y modernización social que ha experimentado Chile en los últimos años, algunas áreas fundamentales para respaldar el desarrollo del país siguen ancladas en el pasado. La investigación científica fue durante años una de ellas, pero tanto el gobierno como los principales especialistas parecen dispuestos a cambiar esta situación. Uno de ellos es Claudio Teitelboim, premio nacional de ciencias en 1995 y actual presidente de la Comisión Asesora Científica de la República. Teitelboim ha coordinado un encuentro internacional de científicos que se celebrará esta semana a instancias del presidente Eduardo Frei. Con esta convocatoria se pretende no sólo acercar a los profesionales chilenos la experiencia de doce grandes investigadores, sino también establecer las bases para lo que podría convertirse en un profundo cambio en la manera de hacer ciencia en nuestro país. Para ello, el primer paso será hacer una evaluación sobre el estado de la investigación científica en Chile, que se realizará tomando nota del diagnóstico que indiquen los conferenciantes invitados. El proceso implica crear un prototipo de modernización científica que podría aplicarse a otros países del mundo, un proyecto que, en opinión de su organizador, es "lo suficientemente loco como para ser atractivo, y lo suficientemente pequeño como para ser realizable".

En los últimos años han surgido varias iniciativas para la promoción de la ciencia en Chile, como la creación de las Cátedras Presidenciales o la labor de la Comisión asesora del Presidente. ¿Qué frutos concretos han dado?

Las cátedras presidenciales están recién en el tercer año, con 40 catedráticos. Ahora se estudiarán dentro de la evaluación general de la ciencia chilena que ha encargado el presidente. Dentro de otros tres años habrá que realizar un nuevo análisis. Respecto a la Comisión presidencial, los frutos han sido por supuesto menos de lo que uno hubiese soñado, pero no es fácil en ninguna parte hacer cambios.

¿Con qué obstáculos se han encontrado?

Una razón es que uno mismo siempre tiene menos capacidad de lo que creía. Pero, además, éste es un país con muchas inercias, mucha burocracia y poca audacia; un país en el que es difícil tomar riesgos.

¿Cómo valora el papel que están desempeñando instituciones como el Estado, las universidades o las empresas?

La ciencia en Chile siempre se ha hecho en la universidad, en una proporción casi del ciento por ciento. Por su parte, las empresas no se dedican a la investigación y desarrollo. En Chile el empresario es conservador y se dedica a ganar dinero de una manera segura. Pero en la comisión hay empresarios, ¿esa participación no ha servido para fomentar una mayor inversión?

La composición de la comisión es novedosa y es en sí misma un mensaje: que la ciencia es demasiado importante para dejársela sólo a los científicos. Los empresarios -aunque mis amigos científicos se me enojen- han contribuido muchas veces tanto o más que los científicos mismos durante las discusiones de la comisión. Sin embargo, este hecho sólo va a convencer a una empresa a que invierta en investigación.

¿Cómo evalúa la cantidad de dinero que destina el Estado y la calidad de la planificación y distribución del presupuesto?

Mi opinión en este tema tampoco me hace popular entre mis compañeros científicos. Creo que, aunque el presupuesto es poco, lo más importante es inventar nuevos modos de funcionar en investigación científica.

¿Cómo definiría la mentalidad del científico chileno?

Tendemos a pensar que la vida es una beca y que alguien vendrá a darnos plata, un planteamiento que hay que cambiar.

En la ciencia chilena se producen grandes éxodos: investigadores que trabajan fuera, que publican en revistas extranjeras...¿Le preocupa este fenómeno?

El hecho de que la gente salga al mundo es bueno; pero el problema es que hay muchos que no vuelven. Creo que en este país hay pocos lugares en los que un científico puede ser feliz trabajando, donde se respire alegría, donde no haya pesimismo ni desencanto.

En términos generales, ¿qué ingredientes y en qué dosis necesita la ciencia chilena para ponerse a la altura internacional?

Fundamentalmente audacia, en grandes dosis, y en todos los ámbitos: ciencia, empresa, gobierno, etc. Y más dinero, pero siempre unido a la audacia. No basta con meterle más plata al sistema.

¿Es usted optimista? ¿Cree que Chile disfrutará de un desarrollo científico dentro de los próximos años?

Sí, creo que puede moverse considerablemente más rápido de lo que ha hecho hasta ahora. ¿Resultado directo de todas estas iniciativas?

Como resultado de muchas cosas. De repente en la vida hay ciertas cosas que cuajan y no se sabe exactamente por qué lo hacen en un momento y no antes. Por ejemplo, el hecho de que este grupo de revolucionarios venga a Chile es significativo, porque no es gente que tenga tiempo para dar paseos. Yo creo que hay posibilidades porque hay factores que lo propician, como el interés personal del presidente de la República en esto.

¿Cree que este encuentro internacional aportará soluciones concretas al desarrollo científico chileno?

Los investigadores que van a venir a Santiago conforman un grupo verdaderamente extraordinario. Nunca en la historia de Chile se había reunido a personas de este calibre. Esta es gente de la que hace que el mundo cambie: no es gente de eslógans vacíos, de análisis, sino gente de acción. Por ejemplo, Tom Hexner creó una pequeña compañía, llamada The Thinking Machine, donde diseñó el primer prototipo de un procesador paralelo, que ahora está en todos los computadores. Ese es el tipo de gente que necesitamos.

¿Cuáles son los objetivos del grupo de científicos?

Básicamente dos: una es establecer los términos de referencia, es decir, los criterios y las perspectivas para evaluar el sistema científico y tecnológico chileno. En segundo lugar, proponer rumbos para alcanzar este objetivo, así como los instrumentos adecuados. Uno de ellos, que ha sido del interés especial del Presidente Frei, sería crear en el Cono Sur una red de centros de excelencia donde se pueda desarrollar la investigación y la educación en ciencia.

La meta final es que Chile sea parte del mundo en ciencia y tecnología, capaz de hablar el lenguaje universal. Sin eso las posibilidades de darle felicidad a los ciudadanos desaparece.

¿Cómo influye la ciencia en la felicidad de la gente?

De varias formas. Hay cosas evidentes, como su impacto en la salud. Pero hay otra más difícil de definir pero que es tan o más importante, y es que el mundo está cambiando de forma vertiginosa y uno no puede ser impermeable al cambio. El no desarrollarse en ciencia y tecnología es negarse a hablar el idioma del mundo y el idioma del cambio. La única manera de ser felices es dominar ese idioma. Si no, uno está condenado al fracaso, a la infelicidad.

¿Cómo consiguió que doce grandes científicos como Hexner reserven tiempo para participar en este congreso?

Todos ellos saben lo importante que son los prototipos; la posibilidad de hacer un prototipo de algo significativo es un atractivo máximo para un hombre emprendedor. Y esta gente vio que había una oportunidad: un país pequeño que busca ayuda para hacer un prototipo de cómo puede ser parte del mundo. Es un desafío hermoso, lo suficientemente loco como para ser atractivo, y lo suficientemente pequeño como para ser realizable.

¿Y cómo se consigue combinar las agendas para reunirlos en el mismo lugar a la misma hora?

Eso fue mucho más difícil. Esta gente hace un enorme esfuerzo viniendo. Por ejemplo, Charles Simonyi de Microsoft, es un personaje verdaderamente espectacular: el tipo de decisiones que toma son mucho más trascendentes que las que toma un presidente de muchos países. Y Simonyi hizo el esfuerzo de dejarlo todo y venir.

Para hablar apenas 15 minutos...

Sí. Las conferencias son cortas, pero aquí hay que tener en cuenta dos cosas: primero, que los participantes están ya en contacto, pensando en el encuentro, en sus ponencias. Y, además, es gente que no está acostumbrada a dar vueltas a la mata; yo le aseguro que en 15 minutos Simonyi dice bastante. Lo mismo va a ocurrir con la redacción del informe final, que se va a hacer durante las diez horas, en el viaje de ida y vuelta a la Isla de Pascua. Habrá instaladas dos mesas en el avión, y cuando un grupo de personas de esa talla se juntan a pensar, el trabajo es intenso.

A corto plazo y en términos concretos, ¿qué aportará este encuentro al ciudadano común ?

Yo creo que acontecimientos como éste hacen que la gente en este país se sienta menos sola. Algo semejante a lo que ocurrió con la venida de Stephen Hawking: pocos entendieron su conferencia, pero su presencia estremeció a la sociedad, le dejó la idea de que algo tendrá Chile para que gente tan importante venga hasta aquí.

ANA ALCARAZ

El laboratorio donde se gestará el modelo científico chileno
Nunca nuestro país había acogido a tantos artífices de la modernidad. Bruce Alberts, presidente de la Academia Nacional de Ciencias de Washington; Edward David Jr., ex asesor científicos del presidente de Estados Unidos; William Stewart, ex asesor del primer ministro del Reino Unido; Charles Simonyi, Ingeniero Jefe de Microsoft; Ian Johnson, directivo del Banco Mundial; David Z. Robinson, ex director ejecutivo de la Comisión Carnegie sobre Ciencia, Tecnología y Gobierno, son algunos de los personajes que se reunirán en Santiago los días 4 y 5 de junio. Participarán también otros investigadores de diversas áreas como Phillip Griffiths -matemático-, KunMo Chung -físico experimental- o David Sabatini -biología celular-.

Estarán aquí tan sólo dos días, pero se espera que dejen huella, no sólo por el contenido de sus charlas -a las que han sido invitadas mil cien personas-, sino por su labor de evaluación de la investigación científica y tecnológica chilena.

Las ponencias, que girarán entorno al tema "La Globalización del descubrimiento", versarán sobre aspectos como el impacto económico de la ciencia, la educación científica, el financiamiento de la investigación y la interacción cívico-militar en el área. Por otro lado, y dentro del balance de la investigación chilena, los invitados diseñarán un modelo de promoción y difusión de la investigación en Chile y en la región sudamericana. Para ello, se espera crear una red de centros de excelencia donde los profesionales podrán reunirse para trabajar e intercambiar ideas.