El británico William Stewart reseñó cómo Inglaterra
pasó de infravalorar la investigación en ciencia a ser uno de
los países más vanguardistas del área, proponiéndolo como
ejemplo para lograr el desarrollo científico en nuestro país.
El encuentro fue coordinado por Claudio Teitelboim, asesor
científico presidencial, y contó con la dinámica
participación del público al término de las presentaciones.
El seminario internacional organizado por la Comisión
Presidencial para la Ciencia dio ayer sus primeros frutos concretos,
dejando en manos de políticos, empresarios e investigadores
chilenos un buen número de ideas, estrategias y modelos para
impulsar el desarrollo científico de nuestro país. La
convocatoria, considerada la más importante celebrada hasta hoy en
Chile, fue inaugurada por el Presidente Eduardo Frei en el Hotel
Carrera y contó con la asistencia de unos mil científicos y
empresarios. William Stewart, ex asesor de ciencia del primer
ministro del Reino Unido, resumió la filosofía, objetivos y
agenda desarrollados por la Comisión Asesora Presidencial para
conseguir que Inglaterra se convirtiera, a lo largo de esta década,
en uno de los países más vanguardistas en investigación. Tras
concluir su exposición, Stewart propuso consejos concretos, como la
importancia de que el sector empresarial sea coprotagonista de la
construcción del proyecto científico nacional. Enfatizó
asimismo, la necesidad de ser ingeniosos a la hora de conseguir una
infraestructura cuyo presupuesto suele quedar muy lejos de países
en desarrollo como el nuestro. Propuso como ejemplo, que Chile atraiga
laboratorios y centros de investigación de organismos
internacionales, como hizo Londres al conseguir la sede para la
Agencia de Evaluación Médica de la Unión Europea.
MODELOS INTERNACIONALESOtros conferencistas relataron cómo países y comunidades nacionales han materializado un objetivo similar al que hoy se plantea Chile. Este fue el caso de KunMo Chung, quien participó activamente en la modernización científica de Corea del Sur desde los años 40, o Hans Joachim Queisser, fundador y director del Instituto Investigador Max Planck de Alemania. Por su parte, Edward David Jr., ex asesor científico del presidente de Estados Unidos recordó la experiencia de la creación del Comité de Ciencia de la OTAN, que ha dado respaldo a más de 50 mil investigadores en los últimos 10 años.Todos los conferencistas aplaudieron el interés chileno por avanzar en ciencia, y afirmaron que Chile cuenta con los recursos humanos y materiales para hacerlo, pero coincidieron en hacer un llamado al realismo y en recordar el enorme esfuerzo que conlleva el objetivo establecido por el gobierno de Frei. "Desarrollen objetivos realistas -sugirió David Robinson, ex director ejecutivo de la Comisión estadounidense Carnegie sobre Ciencia, Tecnología y Gobierno- y asuman la naturaleza a largo plazo que tienen todos los esfuerzos que van a llevar a cabo". Respecto de la financiación de este proyecto, Robinson afirmó con determinación que deben "destinarse fondos nuevos para objetivos nuevos". "No quiten recursos de otras partes -del presupuesto público- porque podrían despertarse resentimientos. Busquen el apoyo de organismos internacionales como el Banco Mundial", aconsejó. En su segunda y última jornada, el seminario prosigue hoy para analizar la situación de la ciencia en Chile. Está previsto que este fin de semana los participantes redacten un informe conjunto en el que se ofrezca un diagnóstico de las carencias de la labor investigadora chilena y se sugieran medidas concretas para situar a Chile al nivel de la comunidad científica internacional.
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ANA ALCARAZ |
Centros de investigación |
Uno de los cimientos del prototipo de desarrollo científico lo constituyen
los centros de excelencia, que fueron protagonistas de parte de la primera
jornada de este seminario. Jacob Palis, director del Instituto de
Matemáticas Puras y Aplicadas de Río de Janeiro; David Sabatini, presidente
del Departamento de Biología Celular del Centro Médico de la Universidad de
Nueva York y Phillip Griffiths, director del Instituto de Estudios
Avanzados de Princeton, Nueva Jersey, presentaron sus respectivas
propuestas que coincidieron en lo esencial. Para dinamizar la ciencia en el Cono Sur, deberían crearse varios centros en la región -algunos en núcleos urbanos y otros en zonas rurales- que trabajaran coordinadamente. Sus labores principales serían la capacitación de jóvenes científicos y el desarrollo de investigaciones, y su espíritu debería ser flexible para adaptar y desechar proyectos en función de las necesidades concretas del momento y del país. Estos institutos deberían tener un pequeño staff y ofrecer estancias cortas al mayor número posible de investigadores, lo que propiciaría el dinamismo en el intercambio de ideas y la formación de una amplia comunidad científica en la región latinoamericana.
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