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EDUCACION

La Enseñanza de la Computación

Referirnos a qué, cómo y para qué enseñar computación en este siglo de las computadoras, los multimedia y la telemática, podría corresponder a hablar de la máquina de vapor cuando todavía la termodinámica ni había sido formalizada ni alcanzado su fundamentación en la mecánica estadística, pero ya las máquinas de combustión interna empezaban a servir para el transporte y los procesos de producción. Ahora vivimos otra revolución industrial, la cibernético-informática, y están empezando a manifestarse los primeros logros de las ciencias cognitivas. Sin embargo, en educación, en la mayoría de los casos todavía seguimos procedimientos medievales: apego a la autoridad, llámese texto escrito o maestro, programas rígidos y predeterminados, así como expectativas de premio o de castigo establecidas por quienes ostentan el poder que otorgan los títulos.

Si enseñamos siguiendo los esquemas que aprendimos cuando eramos estudiantes, para enseñar computación tendríamos que hacer un poco más de lo mismo. Nos reduciríamos básicamente a crear gentes que entiendan cómo funcionan tales máquinas y que sepan repararlas y adaptarlas para usos iguales o ligeramente diferentes de aquellos para los cuales fueron diseñadas. Además, que puedan comprender su estructura y programarlas con fines diversos, mostrando maestría en el manejo del "hardware" y/o del "software" y que, al menos en principio, puedan construirlas. Esto correspondería a visiones de la ciencia y de su aprendizaje consideradas como conductistas, empiricistas y tecnocráticas.

Sin embargo, como la computación está en todo y afecta a casi todos, necesitaríamos también gente que sepa pensar creativamente y desarrolle aplicaciones con ayuda de las cuales se puedan realizar con mayor inteligencia, eficiencia y facilidad, distintas tareas humanas para comprender y modificar al mundo. Entonces, deberíamos hacer posible una educación menos convencional que propicie el pensamiento crítico y la interdisciplinariedad. Aventurarnos ante lo desconocido y hacer que lo aparentemente imposible se convierta en algo simplemente muy difícil de alcanzar, a lo cual nos aproximamos asintóticamente con fe, esperanza y humildad, las virtudes teologales de una educación humanista de las ciencias.

Gracias a la ciencia y la tecnología hemos avanzado en la comprensión de procesos, la elaboración de productos y la prestación de servicios, aplicando transferencias y transformaciones de la materia y la energía, en sistemas cuya complejidad va de la física, a la química y a la biología. Por supuesto, muchas veces dichos logros se derivan o expresan por medio del pensamiento matemático; las matemáticas no solo son el lenguaje de la naturaleza, representan y develan patrones y regularidades en su estructura. Sin pretensiones reduccionistas, la comprensión de tales procesos, productos y servicios nutre y sirve de apoyo en el estudio de la antropología, la psicología, la sociología y la economía. Tal vez perturbe la forma de hacer historia y abordar problemas filosóficos. Es posible que hasta modifique los procesos creativos que se dan en individuos y en comunidades.

A partir de la invención de las computadoras incursionamos en espacios tridimensionales en donde los fenómenos naturales se analizan tanto en términos de materia y energía, como de información. En su sentido más amplio, toda información contiene mensajes que describen y comunican algo acerca de un sistema. Dichos mensajes constan de señales codificadas y decodificadas, respectivamente, por quienes participan en el proceso como emisores o como receptores. Los mensajes se expresan por medio de textos, cifras, símbolos, tablas, gráficas, diagramas, sonidos e imágenes fijas o en movimiento, y todas sus posibles combinaciones.

Información no es sinónimo ni de conocimiento ni de habilidad y menos de sabiduría. En esta sociedad cada vez más industrializada y por desgracia contaminada y contaminante, existe abundante materia de desperdicio y energía no recuperable, pues todo tiene su costo económico, social y ecológico. Tambien hay basura informativa, ruido intelectual, fluctuaciones cognitivas... Lamentamos que con frecuencia naufragemos en un océano de datos, cuando a la vez nos encontramos con hambre de conocimientos y sed de desarrollar habilidades, perdidos en una isla desierta de ideas. Necesitamos aprender lenguajes, técnicas, métodos, criterios y procedimientos para orientarnos, discriminar y navegar entre las distintas representaciones de una realidad en la que interrelacionan lo experimentado en el dominio material con lo simulado en el dominio virtual.

La computadora es algo más que un dispositivo de cómputo. Algunos traducen "computer" por ordenador, queriendo significar con ello otras funciones de esas máquinas, cada vez más potentes y diminutas, que están revolucionando nuestra forma de vivir y aún de pensar. Nos permiten detectar, comparar, optimizar, crear y utilizar información, mejor y más rápido que cualquier otro dispositivo creado por el ser humano, con excepción del propio cerebro. Trascendiendo los procesos de automatización y transformando toda actividad humana, las computadoras son verdaderos instrumentos de exploración, administración y comunicación; se están convirtiendo en versátiles laboratorios de aprendizaje y construcción del conocimiento. Disponer de cierta capacidad computarizada para generar, distribuir y manejar información permite desarrollar formas más efectivas de organizar contenidos cada vez más ricos y variados; además, sirve para organizar el acceso a dicha información.

Es particularmente significativa la posibilidad de usar computadoras para accesar y controlar diversos tipos de redes, mismas que constituyen auténticas máquinas pensantes que perciben, interpretan, deciden y procesan aquello que trituran digital o analógicamente. Recuérdese la definición que dice que "a network is a net that works". Lo estimulante de esas redes es que crean y usan información para la organización de formas de colaboración orientadas a la realización de múltiples tareas cuya realización se consigue mediante el trabajo de gentes que pueden encontrarse en muy distintos lugares y momentos, realizando diversidad de funciones y con capacidades diferentes.

Con el uso inteligente de las computadoras alcanzamos una mayor independencia respecto de diferencias y divergencias en el espacio y en el tiempo. Además, a muchas de nuestras acciones le estamos adicionando un valor agregado de naturaleza sinergética en el que participan aspectos prácticos que dan claridad y atracción a los contenidos, a la vez que permiten obtener viabilidad y utilidad en los métodos. Estamos conjugando poder con flexibilidad, efectividad con astucia, imaginación creadora con capacidad innovadora. A las numerosas aplicaciones de las computadoras en ciencia y tecnología debemos agregar las que se dan y van a dar en los mundos de los negocios y de la educación. Por eso necesitamos enseñar algo acerca de las computadoras y redefinir el qué y el cómo. Espero que estemos de acuerdo en el por qué.

Estos son algunos de retos por resolver al considerar el diseño y construcción de lo que requerimos enseñar en computación, basados en un análisis crítico de lo que hemos hecho o dejado de hacer dentro y fuera del aula, el taller y el laboratorio. Investigar en estos escenarios de exploración y aprendizaje nos está permitiendo entender mejor cómo pensamos y aprendemos y qué conviene hacer para enseñar y posibilitar la creación y el mantenimiento de espacios de capacitación permanente. Aquí se unen, modifican y proyectan muchos esfuerzos de inteligencia artificial y natural, se polinizan la cognición y la metacognición, se integran el hacer para entender y el entender para el hacer.

A la capacitación de técnicos, ingenieros y científicos, sustrato de transformaciones conceptuales que modulan los medios y modos de producción económica y cultural, se aunan los trabajos interdisciplinarios que marcan los avances en las fronteras de nuestra ignorancia. Desde la quintuple perspectiva de la ciencia, la tecnología, la sociedad, la educación y la cultura, la vida es algo más que resolver problemas, construir modelos, diseñar sistemas y tomar decisiones. Las computadoras pueden y deben ayudarnos a aprender a abordar cuestiones como las anteriores y lograr adelantos en cuanto a la rapidez, precisión, complejidad y alcance de las respuestas a nuestras dudas, inquietudes y preguntas. Dependiendo de qué y cómo preguntamos es que aprendemos. Al andar este camino diversificamos y enriquecemos nuestras formas y métodos de aprender y damos sentido y cotidianeidad al apotegma Piagetiano de "aprender haciendo".

Antes, todo individuo que pretendía llegar a ser culto asistía a la escuela para contratar a quienes podían enseñarle con la esperanza de cultivarse. Luego ese afán de cultura basado en el arte de conocer por el conocimiento mismo, se fue convirtiendo en la satisfacción de la necesidad de capacitarse para adquirir conocimientos y experiencias que permitiesen formas profesionalmente aptas para desarrollarse en diversos campos de la actividad humana. El aprender para ser cedió su lugar al aprender para tener.

El cultivo de las ciencias en el sistema Pitagórico comprendía el estudio de la aritmética, la geometría, la música y la astronomía; el trabajo experimental y todo lo que después tendría que ver con las ciencias experimentales y las ingenierías, era considerado tarea de esclavos. Las cuatro disciplinas anteriores integraban el cuadrivium, mismas que junto con la gramática, la retórica y la dialéctica, elementos constitutivos del trivium, formaban las siete artes liberales. Hoy, teniendo como herramientas e instrumentos a las computadoras, estamos ante la posibilidad de construir otros nuevos trivium y cuadrivium, con ayuda de los cuales se cultive la promisoria ciencia de la mente en donde el conocimiento es su propio objeto de conocimiento. Muy probablemente el eje de desarrollo y consolidación será el estudio y la enseñanza de las ciencias cognitivas, surgidas a mediados de este siglo con aportaciones de la epistemología, la psicología, la inteligencia artificial, la lingüística, la antropología y las neurociencias.

Nada ni nadie puede substituir a un buen maestro. Buenos maestros hay muy pocos; se trata de una especie en vias de extinción. ¿Para qué sirven entonces esos burócratas de la educación que transmiten información para cumplir con los programas y aprueban a quienes regurgitan lo que han memorizado bien? La carga docente se descarga finalmente cuando se dictamina quiénes acertaron proponiendo el buen enchufe entre lo que pregunta el maestro y contestan los alumnos, sin que necesariamente éstos hayan reflexionado durante todo el proceso de aprendizaje, pues su principal preocupación es pasar y olvidar, rara vez comprender y utilizar lo aprendido.

Mucho se han ponderado y discutido los usos educativos de medios que manejan información tales como la imprenta, la radio, el cine y la televisión. ¿Sucederá lo mismo con las computadoras? ¿Seremos incapaces de poner en práctica usos educativos de las computadoras y formas de enseñar acerca de ellas y con ellas, de manera que evitemos la rutina, la frustración y el condicionamiento?

Cada vez hay más y mejores oportunidades para que los maestros establezcan alianzas con las modernas tecnologías computacionales y telemáticas, en lugar de temerlas o enajenarse con ellas. Sin pretensiones de ser panacea, la enseñanza asistida por computadoras puede mejorar esos sistemas educativos amarrados a planteamientos compartamentalizados e instrumentalistas, consecuencia de enfoques limitados en cuanto a planeación, seguimiento y evaluación. El uso creativo del correo electrónico y de las páginas en Internet ya están ampliando nuestros horizontes culturales; facilitan la intercomunicación, ya sea para aprender por uno mismo o para desarrollar proyectos conjuntos en donde la exploración y la creación conducen a la comprensión, generando además alegría y entusiasmo por participar en tales aventuras del pensamiento. De la electrónica a la fotónica y de las artes liberales a las ciencias del conocimiento, para asimilar lo aprendido y aprehender conocimientos y experiencias.

Por supuesto, para ello deberemos revisar cuestiones curriculares, de diseño de materiales y de estrategias didácticas, de formación y actualización de profesores, de investigaciones educativas... Es indispensable avanzar en la construcción de una cultura para la eficiencia tecnológica, la que nos conduce al sabio manejo de todos nuestros recursos: materias primas, energía, tiempo, información. Cultivar el conocimiento para saber hacer y educarnos para aprender a pensar. En ello la enseñanza de la computación es esencial, tanto para quienes se dediquen profesionalmente a esta actividad como para todo usuario de las mismas. Son niveles y profundidades diferentes, pero deben corresponder a otra visión, algo tendiente a la "alfabetización en ciencia, tecnología y computación para todos".

Aquí tan solo hemos considerado algunas de las características de esa visión. No hay respuestas mágicas para el qué y el cómo. Las soluciones a estos problemas dependen del contexto y todavía tenemos mucho que investigar y aprender. Lo importante es que podemos hacernos otras preguntas y avanzar en la obtención de sus respuestas.

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